Así nación ‘Sargablock’, con la construcción de una vivienda, Omar Vázquez vio en el sargazo una oportunidad para hacer crecer su negocio de jardinería desde 2015, cuando las playas del suroriental estado mexicano de Quintana Roo recibieron los primeros recales masivos de esta macroalga.
Los primeros años utilizó el sargazo como abono y lo vendía a sus clientes en pequeñas cantidades pero con el paso del tiempo y al ver que cada día era más la cantidad que llegaba a las costas, se animó a realizar las primeras pruebas para hacer realidad uno de sus sueños de infancia.
El vivero Blue-Green tiene más de una década operando en Puerto Morelos, una de las poblaciones turísticas de Quintana Roo más afectadas por la constante llegada de grandes manchas de sargazo.
Aunque el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, considera el alga un “asunto menor”, la problemática va al alza en esta región mexicana y ha provocado ya una ligera caída de la ocupación y, sobre todo, un mayor costo de los hoteleros para mantener las playas limpias.
El vivero se ubica sobre la carretera federal que conecta a Cancún con la Riviera Maya, a unos cuantos pasos del principal acceso de lo que fue una villa de pescadores.
Omar sólo quería tener una casita de adobe, una que construyera con sus propias manos, por eso la hizo dentro del terreno del vivero y hasta diseñó una más pequeña para los “aluxes”, los duendes mayas que según la tradición cuidan las milpas y los terrenos.
Pero su proyecto llamó tanto la atención que decidió escuchar consejos y gestionó todos los permisos para patentar el primer bloque de sargazo.
“Utilicé el sargazo como materia prima principal, y de ahí se puede hacer todo el compostaje, toda la materia orgánica para lograr lo que hoy es el ‘sargablock‘, el primer bloque de sargazo (para la construcción) en el mundo, patentado desde 2018″, explicó.
A Omar Vázquez han llegado interesados en replicar el modelo de las casas de sargazo en países como Belice, Jamaica, Puerto Rico, República Dominicana, Barbados, Malasia y Estados Unidos, donde cada vez son más las afectaciones por la llegada de grandes cantidades de sargazo.
Casa Angelita, como llamó a la primera casa de sargazo en honor a su madre, está fabricada con bloques de esa alga que son elaborados con materias primas de forma artesanal.
“Puede tener una durabilidad, en condiciones idóneas, con sus acabados y todo, de hasta 120 años. Casa Angelita está compuesta con 20 toneladas de sargazo húmedo, que recién extraído de la playa pesa más”, explicó el constructor.
“Son 20 toneladas que equivalen a 2 mil 150 bloques de sargazo”, puntualizó.
El equipo de trabajo de Omar tiene dos proyectos en marcha en este momento, en uno esperan tener listas 10 casas antes de que finalice el año, que serán donadas a familias de escasos recursos.
Y el otro es un proyecto privado en Tulum, también en el Caribe mexicano, en donde les pidieron construir una cantidad similar para una zona residencial de alta gama.
Desde que comenzó la crisis de sargazo en la zona del Caribe mexicano han surgido numerosos proyectos para el aprovechamiento del alga, desde la fabricación de platos y vasos desechables, suelas para zapatos hasta recetas de cocina y bebidas exóticas.
La construcción de casas a base de bloques de sargazo es de los primeros proyectos que logran concretarse en el estado.
El vivero Blue-Green tiene ya su primera fábrica artesanal en Mahahual, una población turística ubicada en el sur de Quintana Roo, donde opera un muelle de cruceros.
Más allá de la posibilidad de crear fuentes de empleo y de dar uso al sargazo que ahora es visto como uno de los grandes problemas ambientales que enfrenta toda la región, Omar Vázquez considera que es un fuerte llamado de la naturaleza para proteger nuestros mares.
“Que hagamos conciencia, esto que está pasando con las playas, el mar es muy sabio y nos está diciendo algo. Esta contaminación que hemos hecho durante muchos años, es cuidar, es cuidar lo que tenemos”, concluyó en una entrevista para El Imparcial.